Emanuel Respighi analiza cómo la tendencia de recurrir a los enlatados de origen extranjero afecta gravemente a la producción de ficciones en Argentina, fomentando la pérdida de patrones culturales locales y la disminución de fuentes de trabajo.

Con las manos en la lata

La TV argentina suena cada vez más a “lata”. No se trata de una metáfora, aunque bien podría serlo: al fin de cuentas, hay mucho contenido prefabricado o industrial de fácil digestión en la pantalla. Sin embargo, la “lata” de la pantalla chica actual tiene que ver con que la oferta de la TV abierta argentina recurre cada vez con mayor frecuencia a la programación de enlatados de origen extranjero. El recurso, cada vez más naturalizado por los programadores, echa mano a producciones ya no sólo de Estados Unidos, Brasil o Colombia, como antaño. En los últimos años, se sumaron latas de ciclos de países impensados en otro tiempo, como Turquía y hasta Corea. La tendencia, que tiene como principal causa la cuestión económica, no deja de ser sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta que el canal que más cantidad de horas diarias enlatadas emite es Telefe, justamente la pantalla más vista de la TV local. Una tendencia alarmante, teniendo en cuenta que –en paralelo– la ficción argentina pasó a ser un contenido en extinción y manoseado por los programadores, que después se lamentan cuando la audiencia no los acompaña.

Lo que antes fue un recurso puntual, casi como una manera de rellenar programación en horarios marginales, hoy se ha vuelto moneda corriente. No sólo eso: las latas extranjeras ya forman parte del prime time de la TV argentina. El horario de mayor encendido televisivo, el más importante, ya no es reservado con exclusividad a las principales apuestas de producción nacional. Al contrario: en Canal 9, por ejemplo, desde hace años que las pocas ficciones que emite entre las 20 y las 24 son producciones extranjeras; en El Trece ya se hizo costumbre ver alguna producción turca en ese horario, y en Telefe la última semana se vivió un hecho que desnuda claramente la prioridad de quienes manejan su pantalla: ante la emisión de un partido amistoso entre Boca y Olimpia, el canal líder de la TV decidió “levantar” las únicas dos ficciones nacionales que tiene actualmente en la grilla (Educando a Nina y La Leona), para hacerle lugar a la producción brasileña Moisés y los 10 mandamientos (y programarla a las 23.15, fuera de su horario habitual, además). ¿Quién cuida a la ficción argentina?

La invasión extranjera en la TV abierta argentina es tal que pasa casi inadvertido que el canal líder en audiencia es el que más horas diarias se vale de enlatados. De lunes a viernes, Telefe emite cada día nueve horas de latas, contando la reciente reposición de Graduados, la ficción de Underground que desde la semana pasada programa de 19 a 20. La pantalla que dirige Tomás Yankelevich cuenta con dos horas de origen estadounidense (La niñera y el bloque infantil Discovery Kids), una de origen coreano (Mirada de ángel), otra proveniente de Turquía (Sila) y cuatro horas de origen brasileño (repartidos entre Imperio, Eterno amor y Moisés y los 10 mandamientos). La programación enlatada de Telefe, sin embargo, no le impide al canal mantenerse como el líder de audiencia en la TV argentina.

La decisión de Canal 9 de incorporar a su grilla enlatada producciones propias (encabezada por Mejor de noche, con Leo Montero, como la propuesta más interesante) le permitió a la emisora dejar de ser la pantalla que más horas de ficciones grabadas emite. Aunque tampoco abandonó su perfil: sus siete horas y media diaras convierten al 9 en el segundo canal con mayor cantidad de enlatados. En su pantalla se conjugan clásicos como El Chapulín Colorado y El Chavo hasta toda clase de telenovelas centroamericanas (El color de la pasión, La vecina, Muchacha italiana viene a casarse, Pasión y poder), la tercera parte de la narconovela El señor de los cielos y de la serie forense CSI. En El Trece, el fenómeno se manifiesta con la hora diaria de –créase o no– El zorro y la de la turca Esposa joven. Por su parte, América TV sólo programa los dibujos animados vespertinos de Animérica, y las dos emisiones de los encuentros electrónicos de Pare de sufrir.

La flamante TV Pública Argentina tampoco es la excepción. Aún cuando su condición de medio estatal debería resguardarla de la tiranía del rating, lo cierto es que el 7 emite alrededor de 8 horas diarias enlatadas, aunque buena parte de ellas se trata de ciclos de cine curados, como Filmoteca, o de producciones nacionales de Encuentro o Pakapaka, o de ficciones ya emitidas en otros canales (Ultimátum, Según Roxy). La única ficción estreno es El marginal, grabada en 2015. Incluso, la TV Pública se da el lujo de incluir Celia, una telenovela colombiana sobre la vida de Celia Cruz.

El contenido que antes era intocable para los programadores argentinos, hoy es el primero que se levanta. Sin tener en cuenta a los televidentes que fielmente lo siguen cada noche, los programadores parecen ser rehenes de las efímeras plantillas de rating del día después. Ya no importa si La Leona está en su etapa final. La apuesta a la calidad y la profundidad sólo se sostiene siempre y cuando cosechen audiencias masivas. De lo contrario, se puede transformar en maleable de un día para otro.

Las razones de esta programación que prioriza a las latas antes que a la ficción producida localmente son variadas. Los programadores señalan que el rating es el que manda, que los costos de una lata extranjera (entre 2 mil y 5 mil dólares) son muchos menores a los de una hora de ficción producida en el país y que la rentabilidad para los canales es mayor en una lata que tiene buena audiencia que en una ficción nacional con la misma audiencia. Lo llamativo de estas razonables explicaciones, es que todas analizan la variable económica, abandonando por completo un aspecto que debería tenerse en cuenta: el cultural.

La falta de producciones y programaciones de ficciones nacionales, en favor de los enlatados, atenta contra la industria televisiva argentina, atestándole un duro golpe a su desarrollo, a la vez que profundiza el desempleo de profesionales técnicos y artísticos. La presidente de la Asociación Argentina de Actores, Alejandra Darín, fue contundente la semana pasada en el encuentro de la Multisectorial Audiovisual: “En Argentina el trabajo para los actores en TV cayó en un 57% en los últimos dos años”. Pero, además –y este es tal vez el aspecto más dramático del fenómeno– las latas extranjeras podrán ser rentables económicamente, pero jamás podrán reemplazar la interpelación que la ficción local hace desde sus conflictos y temáticas a la sociedad y a la cultura argentina. ¿En qué patrones culturales se ven reflejados los televidentes argentinos frente a las historias que abordan las telenovelas turcas o coreanas?

Por Emanuel Respighi

Fuente: Página 12