Es el desafío a futuro tras la promulgada ley de desarrollo satelital, que manda “que sea el congreso el que decida si hacer modificaciones sustanciales”, afirmó el presidente de la empresa nacional de soluciones satelitales, Matías Bianchi.
La ley recientemente promulgada establece que el control de Arsat tiene que ser estatal en un 51 por ciento y que para vender activos esenciales como satélites, tendido de fibra óptica e infraestructura construida por el Estado deberá tener una aprobación de dos tercios del Congreso.
“La verdad que en ese sentido la idea es que el Congreso, que es representante del pueblo, defienda eso que se hizo hasta ahora”, dijo Bianchi a Télam, y afirmó que la manera de resguardar el trabajo realizado “es decir ‘esto está funcionando bien’” y “el mejor blindaje es el voto”, durante una rueda de prensa en la estación terrena de Arsat, en la localidad bonaerense de Benavídez.
Haciendo una analogía con la construcción de los ferrocarriles argentinos, Bianchi afirmó que “si Argentina quisiera hacer hoy la red ferroviaria desde cero, tendría que invertir unos 100.000 millones de dólares; y en algún momento, alguien con una mirada particular dijo ’ramal que para, ramal que cierra’, y tiró 100.000 millones de dólares a la basura”.
“Esas cosas pueden pasar: el punto es que tenemos un plan espacial, tenemos un camino recorrido, y la Presidenta (Cristina Fernández de Kirchner) lo elevó como política de Estado y prioridad nacional, y que sea el Congreso el que decida si hacer modificaciones sustanciales”, planteó.
Creada en 2006 con capital estatal para ocupar posiciones orbitales destinadas al país por la Unión Internacional de Telecomunicaciones con satélites fabricados en Argentina y desarrollar los servicios, Arsat es una sociedad anónima que está dentro de la Ley de Sociedades Comerciales y tiene que tener resultados operativos.
Ocupado a pleno por unos 100 clientes, “el Arsat 1 permitirá generar ingresos de 460 millones de pesos en 2015”, informó el presidente de la firma.
“La autonomía presupuestaria es en términos de inversión, porque estos son proyectos que no hizo la industria privada, según dice, por temas de rentabilidad, entonces el Estado decidió hacerlo y se lo encomendó a Arsat”, dijo Bianchi.
“La puesta en funcionamiento es con fondos de Arsat, y con los satélites estamos pasando a tener inversiones grandes para las que no le estamos pidiendo al Estado ese dinero sino que lo hacemos con los fondos propios, capitalizando la inversión que se hizo en Arsat 1 y 2”, detalló.
Además de dos satélites operativos que durarán 15 años en el espacio, la empresa estructura la televisión digital y una Red Federal de Fibra Óptica que alcanza los 35.000 kilómetros -12.000 de los cuales están ’iluminados’ (transmiten)- y que corona en un Centro de Datos en Benavídez que opera como cerebro de la red.
Fue en 2007 cuando Arsat hizo el primer contrato de desarrollo y construcción con la empresa estatal rionegrina Invap del primer satélite geoestacionario de telecomunicaciones argentino, puesto en el espacio siete años después, en 2014.
La experiencia fue mejorando los tiempos del proceso y logró que el Arsat 2, contratado en 2011, llegara al espacio el último 30 de septiembre, apenas cuatro años más tarde, con un diseño de huella (territorio abarcado por la cobertura satelital) que implica un área en la que habitan 1.000 millones de personas.
“Nos proponemos construir más satélites propios y para terceros, aplicando para solicitar nuevas posiciones orbitales, y tenemos 500 personas formadas para que puedan brindar conocimiento en otros lugares”, enfatizó Bianchi.
Argentina es el único país en el hemisferio sur que tiene industria satelital, en un mercado mundial concentrado que protagonizan apenas una decena de países en donde se desarrollan proyectos de capital intensivo.
El mercado verifica una gran demanda de servicios de Internet de gran capacidad vía satélite, buscando dar mayor ancho de banda con antenas más pequeñas.
Los servicios satelitales se alquilan para cajeros automáticos, móviles de televisión, Internet y telefonía en escuelas rurales y zonas aisladas, televisión directa al hogar, y hasta para hacer el «back up» de la información de la cantidad de boletos para hacer la liquidación de subsidios al transporte.
“Venimos dando sustentabilidad al proyecto y la Ley de Desarrollo Satelital es de alguna manera el reconocimiento a todo lo que se hizo: tenemos planteado un mínimo de ocho satélites, por lo que hemos analizado acerca del mercado”, apostó Bianchi respecto al desafío a futuro.