Fibra entrevistó a Carolina Hadad, co-fundadora de la organización Chicas en Tecnología.
Por: Agustina Guido.
“Programando un mundo mejor” es el nombre del programa impulsado por la organización Chicas en Tecnología en el cual adolescentes de entre 13 y 16 años participan de jornadas intensivas de desarrollo de software. Esta iniciativa tiene como objetivo promover el interés de las adolescentes en la tecnología.
En su última edición, las aplicaciones desarrolladas por las chicas de diferentes colegios permiten encontrar restaurantes especializados en comidas aptas para celíacos, vegetarianas o veganas; denunciar situaciones de acoso callejero; luchar contra el bullying y recuperar mascotas perdidas; entre otras problemáticas de la sociedad.
Revista Fibra entrevistó a Carolina Hadad, co- fundadora de la organización.
F: ¿Cómo nació esta iniciativa?
CH: Chicas en Tecnología nació hace dos años con el objetivo de acercar modelos a seguir e incentivar a que más chicas elijan las carreras de computación y tecnología en general. Queremos mostrarles a las chicas que la tecnología es una herramienta para resolver los problemas que a ellas les interesan y lo hacemos a través de nuestro programa “Programando un mundo mejor”.
El evento dura cuatro días y es abierto a cualquier chica de cualquier colegio que quiera participar, con o sin experiencia en programación. Elegimos ocho equipos de tres chicas cada uno y en esos cuatro días acercamos diferentes talleres, charlas y experiencias muy prácticas para que aprendan a programar una aplicación que resuelva una problemática comunitaria/social que ellas mismas identifiquen.
Lo vemos como un trampolín, no importa quién ganó o quién perdió, el concurso es una excusa para que sigan aprendiendo.
F: ¿Cómo ves en la Argentina la inserción de las mujeres en este tipo de ámbitos?
CH: Yo soy programadora, estudié Ciencias de la Computación en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y ahí solo el 10 por ciento de los estudiantes son mujeres. Esto genera varios inconvenientes ya que, en primer lugar, siempre los equipos que son diversos encuentran mejores soluciones a los problemas por la diferencia de opiniones, las diferencias en los puntos de vista y de experiencias, etc.
En segundo lugar, cada grupo, cada persona identifica los problemas que más les interesan a ellos. Si hay gente que no tiene la posibilidad de conocer la tecnología y de usarla como herramienta para resolver diversas situaciones va a haber algunos problemas que no se escuchen y sobre todo en el caso de las mujeres latinoamericanas que somos gran minoría en este ambiente.
F: ¿Creés que existen prejuicios hacia las mujeres que estudian estas carreras?
CH: En algunos casos ocurre. Igualmente, el problema principal es que hay muy pocas mujeres. Lo veo más como un problema de acceso. Los chicos y las chicas no saben bien qué es eso de la tecnología. Si sos un adolescente y pensás en una persona exitosa en tecnología piensan en Steve Jobs, Bill Gates… son personas que tuvieron ideas que desembocaron en una empresa millonaria y no en cómo impactar concretamente en la sociedad. Esto atrae a ciertos tipos de perfiles o a los perfiles que tienen la posibilidad de conocer personas en tecnología.
Lo que queremos nosotras es justamente mostrarles a las chicas que la tecnología es una herramienta para resolver cualquier problema que les interese y acercarles personas a las que les puedan preguntar. En “Programando un mundo mejor”, cada equipo de chicas trabaja con un mentor que es más grande que ellas a quien le pueden hacer preguntar, y así bajar un poco el tema de los pre conceptos acerca de quiénes somos los programadores y quiénes somos los que hacemos tecnología en general.
F: ¿Cuáles fueron las conclusiones y resultados de esta segunda edición de Programando un mundo mejor?
CH: Las chicas cuando tienen la oportunidad, identifican problemas muy concretos, muy importantes para ellas. Por ejemplo, un equipo de Campana contaba que la tasa de suicidios en adolescentes estaba creciendo mucho entonces hicieron una app para que con un botón se pueda llamar a profesionales ante una situación de riesgo. Además, pusieron a disposición en la misma app una comunidad en la cual profesionales y personas que estén pasando por una situación difícil puedan conversar en ese momento. Son chicas de 14 y 15 años que armaron este desarrollo en 4 días y que resuelve una problemática muy importante para toda la ciudadanía. La app ya está lista y funcionando.
El equipo ganador fue una escuela de Pilar, el colegio Mano Amiga. Las chicas hicieron una aplicación para organizar donaciones. Por ejemplo, en el caso de las inundaciones, la gente dona mucha ropa pero a veces no se necesita. Entonces está bueno saber cuáles son las cosas que más se necesitan en cada punto geográfico y así diferenciar las donaciones y que resulten más útiles. Esta app también ya está terminada y funcionando.
Nos pone muy contentas saber que los adolescentes tengan todas estas ideas para crear aplicaciones super útiles. Lo único que les falta es el espacio para que sean escuchados y las herramientas para saber hacerlo, que es lo que perseguimos a través de este programa.
F: ¿Qué otras actividades realizan y qué proyecciones tienen?
CH: Varias cosas, por un lado, las chicas que pasan por nuestro programa quedan en nuestra comunidad, con lo cual seguimos estando en contacto con ellas en diferentes talleres, charlas y cursos, todo de manera gratuita para que se sigan capacitando en programación, en diseño y en tecnología en general. Además, este año vamos a hacer dos programas más, uno en Córdoba y otro en Buenos Aires.
Nuestro objetivo para el 2020 es llegar a 100.000 chicas con nuestras actividades y programas. Estamos viendo la forma de federalizar esta iniciativa y llevarlo a diferentes partes del país para poder alcanzar a más chicas.
F: ¿Cómo está compuesto el equipo de la organización Chicas en Tecnología?
CH: Tenemos un equipo bien diverso como para abordar los proyectos y problemas desde todas sus perspectivas. Creemos que es nuestro principal diferencial. No somos ni todas programadoras, ni todas educadoras. Sofia Contreras trabajó muchos años en emprendedorismo, Melina Masnatta en educación, Lucila Rodriguez en business development y Mariana Varela es diseñadora gráfica.