Revista Fibra habló con uno de los ‘evagelizadores’ del Bitcoin en Argentina, esa «nueva moneda» que hacer crujir las estructuras económicas y pone en tensión la vieja dicotomía entre libertad económica versus igualdad de derechos.

Por Franco Contino

Una moneda sin fronteras
¿Una moneda sin fronteras?

De a poco el Bitcoin empieza a circular en la región y ya varios Gobiernos se están pronunciando a favor y en contra de su utilización. En principio hay que destacar que los bitcoins engloban un flujo estimado en US$ 1.500 millones y que en todo el mundo hay tres millones de tenedores de bitcoins, de los cuales entre el 8 y 10% se encuentra en América Latina.

Los cinco principales países que usan Bitcoin son, en este orden: Finlandia. Suecia, Holanda, Noruega, Canada. En el lugar 14 está Brasil y en el 30 la Argentina, aunque un ranking realizado por el blog Bitcoinmillionaire ubica al país del mate, el asado y Maradona dentro del top ten.

En términos generales puede decirse que el Bitcoin mantiene los principales aspectos que hacen a una moneda, cualquiera sea, pero agrega algunas características que lo vuelven novedoso y, por supuesto, bien polémico. Estas, de acuerdo al sitio bitcoinargentina.org, son algunas de ellas:

  •  No pertenece a ningún Estado o país y puede usarse en todo el mundo por igual.
  • Está descentralizada: no es controlada por ningún Estado, banco, institución financiera o empresa.
  • Es imposible su falsificación o duplicación gracias a un sofisticado sistema criptográfico.
  • No hay intermediarios: Las transacciones se hacen directamente de persona a persona.
  • Las transacciones son irreversibles.
  • Puedes cambiar bitcoins a euros u otras divisas y viceversa, como cualquier moneda.
  • No es necesario revelar tu identidad al hacer negocios y preserva tu privacidad.
  • El dinero te pertenece al 100%; no puede ser intervenido por nadie ni las cuentas pueden ser congeladas.

Revista Fibra habló con Ariel Aguilar, miembro de Bitcoin Argentina, y autodenominado Evangelista Bitcoin, quien aseguró que “está buenísimo que la moneda no pueda ser regulada por los Gobiernos porque de esta forma no pueden trazar estrategias inflacionarias que después se descontrolan porque además, hay una cantidad limitada de 21 millones de Bitcoins para toda la población mundial”.

El uso de esta criptomoneda se encuentra ya bastante difundido en los Estados Unidos y en Europa, a tal punto que puede ser usada para la adquisición de diversos bienes y servicios. Se pueden pagar suscripciones a sitios de descarga legales como el nuevo Mega (creado por el polémico Kim DotCom), apostar en casinos online, donar dinero a Wikileaks y comprar drogas ilegales en Internet. Incluso, ya se vendió el primer auto pagado íntegramente en esa moneda. Así pasó en un concesionario de California, en donde un usuario anónimo compró un Tesla Model S pagando 94.4 bitcoins.

En Argentina la cotización de esta moneda ronda los 250 u$s o los 3100 pesos y ya existen diversas casa de cambio online y físicas en las que uno puede cambiar sus billetes por Bitcoins. Sin embargo, el Banco Central redactó un comunicado (disponible en el sitio web del Banco) alertando a los ciudadanos sobre los riesgos que conlleva la apuesta por este tipo de cambio digital y otras alternativas similares.

Según el documento “las llamadas ‘monedas virtuales’ no son emitidas por este Banco Central ni por otras autoridades monetarias internacionales, por ende, no tienen curso legal ni poseen respaldo alguno. En el ámbito internacional, no obstante aun no hay consenso sobre la naturaleza de estos activos, diversas autoridades han advertido acerca de su eventual uso en operaciones de lavado de dinero y diversos tipos de fraude.”

La pregunta, entonces, es: ¿meca del librecambio o revolución de las libertades individuales? Para muchos ambas expresiones serían dos caras de una misma moneda. Para otros, en cambio, las libertades individuales sólo pueden ser una realidad si el acceso al conocimiento, el trabajo y la infraestructura están garantizados para todos por igual. La vieja discusión entre libertad económica e igualdad de derechos sigue dando pelea.

* Versión de una nota del mismo autor publicada originalmente en ntd.la