El proyecto Realidad Virtual Aplicada al Área Nuclear (Revian) es una iniciativa desarrollada desde Media.Lab de la Universidad Nacional del Centro (Tandil),  junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) para adecuar los recursos humanos a las nuevas disposiciones sobre el almacenamiento de combustible nuclear quemado.

«Esas son tareas delicadas, donde el personal puede estar expuesto a la radiación un corto tiempo y lo mejor es que conozca el espacio en el que va a trabajar, cuáles son las herramientas, las salidas y los protocolos de emergencia», explicó el líder técnico del grupo de 3D de Media.Lab, Marcos Lazo.

Por eso, para llevar adelante la iniciativa los desarrolladores del laboratorio con sede en la ciudad bonaerense de Tandil se basaron en los planos del edificio de Atucha I, que aún se encuentra en construcción, y la aplicación de realidad virtual ya les sirvió a los ingenieros para modificar la distribución física del espacio, de manera de mejorar la seguridad futura del lugar.

El combustible nuclear «quemado» por las centrales se almacenaba tradicionalmente en piletas, pero las nuevas disposiciones imponen que debe ser transportado desde el ambiente líquido actual a «silos» secos. «Todas las tareas que (los operarios) hacen necesitan entrenamientos, porque cuando efectivamente se mueve el combustible no puede haber ningún golpe ni fugas», añadió Lazo en diálogo con Télam.

El desarrollo incluye dos sistemas de RV. El primero emplea un casco (de la marca «Oculus») y el segundo es a través de una CAVE (siglas del inglés Computer Assisted Virtual Enviroment), que permite visualizar el entorno con proyecciones en pantallas frontales y en el piso. El casco, precisaron desde el Media.Lab, «logra mayor inmersión, pero tienen un lag (un retraso que puede provocar incomodidad en el usuario), mientras que la CAVE permite un seguimiento más acabado por parte de los entrenadores».

El diseñador explicó que no se trata exactamente de un «simulador» ya que el operario no trabajará con herramientas virtuales ni emulará lo que será su trabajo dentro del lugar, sino que el objetivo es tener un mejor conocimiento de las instalaciones para moverse con mayor rapidez. «No se trata de un video 3D con un camino predeterminado. El operario puede elegir hacia dónde dirigirse», aclaró Lazo.

Está previsto que durante el entrenamiento se simulen situaciones críticas para capacitar en la toma de decisiones en tiempo real, que el instructor pueda realizar un seguimiento del aprendizaje y seguir además la evolución del alumno en todo el proceso de entrenamiento.
Media.Lab trabajó durante alrededor de seis meses en el proyecto, que ya fue probado en la CAVE que el laboratorio posee en Tandil, mientras que se espera que la CNEA disponga de un espacio propio para la instalación del hardware definitivo en un edificio contiguo a la central nuclear.

El equipo de la Universidad Nacional del Centro lleva más de diez años desarrollando sistemas de simulación aplicados a entrenamiento mediante la tecnología de realidad virtual, entre ellos uno para los Subterráneos de Buenos Aires, otro para la Comisión Nacional de Energía Atómica, las Fuerzas Armadas, la empresa Invap, el Ministerio de Trabajo de la Nación, la Fundación Uocra, la Cámara Argentina de la Construcción, entre otros. Este laboratorio, que funciona dentro de la órbita del Instituto Pladema -dependiente de la Comisión de Investigaciones Científicas y la Universidad Nacional del Centro- y cuenta con un equipo de 25 investigadores recibió el año pasado el premio Sadosky a la Innovación por el simulador para entrenamiento de conductores de subterráneos.