Una investigación publicada este fin de semana por el diario The New York Times reveló la existencia de una industria de comercialización de cuentas falsas gestionadas por bots en las redes sociales.

El periódico norteamericano se concentró en una empresa, Devumi, que ha ganado millones de dólares por la venta de cuentas falsas a celebridades, políticos, empresas y cualquiera que desee adquirir popularidad en esos ámbitos. La investigación permitió revisar los registros comerciales y judiciales que demuestran que Devumi tiene «más de 200.000 clientes, incluyendo estrellas de reality shows, atletas profesionales, comediantes, oradores de TED, pastores y modelos. En la mayoría de los casos, según muestran los registros, esos clientes compraron sus propios seguidores. En otros, sus empleados, agentes, compañías de relaciones públicas, familiares o amigos hicieron la compra. Por solo unos centavos de dólar por cada uno, a veces incluso por menos, Devumi ofrece seguidores de Twitter, visitas en YouTube, reproducciones en SoundCloud y recomendaciones en LinkedIn».

Según los cálculos realizados para la investigación, hasta 48 millones de usuarios de Twitter son falsos (casi el 15% de la plataforma), es decir, cuentas automatizadas para simular ser personas reales. Facebook, por su parte, reveló en noviembre del año pasado que tenía al menos unas 60 millones de cuentas automatizadas.

La compra y venta de seguidores es una práctica prohibida por la mayoría de las plataformas de redes sociales. La práctica permite a ciertas personas posicionarse como influenciadores, extendiendo el alcance de sus publicaciones. De acuerdo a datos de Captiv8, una empresa que trabaja de vincular influencers con marcas, «alguien con 100.000 seguidores puede ganar hasta 2000 dólares por un solo tuit promocionado, mientras que alguien con un millón de seguidores podría cobrar hasta 20.000 dólares».

La investigación mueve también las arenas de la política, aunque la práctica atraviesa a diferentes partidos y personalidades. Por ejemplo, un editor de la agencia estatal china, Xinhua, pagó para conseguir miles de seguidores y retuits en Twitter, una plataforma prohibida en China. El año pasado, sostiene el New York Times, un asesor del presidente ecuatoriano Lenín Moreno también adquirió seguidores y retuits para sus cuentas de campaña.

Tras la publicación de la investigación, el fiscal de Nueva York Eric Schneiderman anunció que comenzará una investigación sobre Devumi, ya que la falsificación de identidad y el engaño son delitos penados por la ley neoyorquina.