El fenómeno del “ad-blocking” ha crecido lo suficiente como para que una empresa como Facebook se vea obligada a actuar ante las pérdidas de ingresos que sufre por esta práctica. 

La estrategia que llevó adelante Facebook para frenar el “ad-blocking” fue “hacer indistinguible el HTML de su publicidad del de su contenido orgánico, lo que impide que los bloqueadores la identifiquen como publicidad y puedan bloquearla”. De esta manera, la empresa obliga a sus usuarios a que vean publicidad haciendo que los recursos utilizados por los bloqueadores no funcionen, porque los anuncios aparecerán “disfrazados” como contenido y serán indistinguibles de este a efectos de código, según el especialista Enrique Dans. 

El fenómeno del “ad-blocking” ha crecido lo suficiente como para que una compañía como Facebook se vea obligada a actuar ante estas prácticas. Las reacciones de las empresas varían en ese sentido. Por ejemplo, Google convenció a las compañías de ad-blocking de que su publicidad no es intrusiva y pagó para que sus plugins clasifiquen por defecto los anuncios de Google en su lista blanca, algo que el usuario puede cambiar si lo desea.

Sin embargo, la publicidad es por estos días fundante de los servicios que prestan estas grandes empresas. Por ese motivo, resulta casi imposible pensar que las compañías permitirán a los usuarios utilizar este tipo de bloqueos sin -al menos- poner condiciones a las empresas de “ad-blocking”.

Con respecto a los usuarios, Facebook, sin ad-blocking de por medio, busca disminuir el impacto de la publicidad ofreciendo elementos de control que, además, le proporcionan información sobre la experiencia y los sentimientos que genera.